El 10 de octubre de cada año conmemoramos el “Día Mundial de la Salud Mental”, cuyo objetivo es aumentar la conciencia de los problemas de salud mental y visibilizar la falta de atención y tratamiento de este tipo de problemáticas que acontecen en el mundo moderno. Este año, en el marco de este día tan importante, nos hemos acercado a la Licenciada en Psicología, Alejandra Nuti, para dialogar sobre uno de los trastornos más comunes que más ha aquejado a la población laboralmente activa en los últimos años: “El Síndrome del Burnout”.
Conocido coloquialmente como el síndrome del “trabajador quemado”, está caracterizado por un alto grado de agotamiento emocional, despersonalización y una baja realización personal, es decir, en el fondo es una depresión o estrés a un nivel extremo.
“Se trata de una manifestación del desgaste personal del trabajador que se suma a un trastorno ansioso, resultado del trabajo que realiza y las circunstancias que lo distinguen como persona”, nos explica Alejandra Nuti.
La predisposición a desarrollar este síndrome deriva de una combinación de factores internos y externos relacionados con la idealización de uno mismo y las condiciones laborales desgastantes, son aquellas personas expuestas a una gran cantidad de factores estresantes y con un alto grado de vulnerabilidad personal las que más se ven afectadas.
“Siempre, para que se desarrolle, debe darse una interacción entre el sujeto y el ambiente laboral, nunca es una sola la causa ni desde un solo lugar”, nos comenta Alejandra.
Cuando una persona sufre de burnout, empieza con una pérdida progresiva del interés en las tareas laborales, y empieza a manifestar diversos síntomas como: cefaleas, insomnio, déficit atencional y de concentración; cuando este síndrome se agrava puede generar ausentismo laboral y un decrecimiento en el rendimiento; en ocasiones cuando este síndrome llega a casos extremos las personas suelen llegar al cinismo para con sus compañeros o superiores.
Este último punto es el que más repercute en las dinámicas empresariales ya que complica el clima laboral, afectando directamente los resultados y/o crecimiento de la compañía o departamento. Ante un escenario de este tipo, es importante destacar el rol que fungen las empresas en el cuidado y preservación del bienestar y salud mental de sus colaboradores. La revisión de los factores de estrés y su intervención para superarlos debe formar parte de las políticas organizacionales de las empresas, así como también, garantizar canales de comunicación adecuados, equidad y la promoción del trabajo en equipo.
Incentivar prácticas de bienestar, incluyendo acompañamiento psicológico, nutricional y médico, es el camino para una empresa saludable, con entornos dinámicos, que garanticen una mejor calidad de vida a sus colaboradores sin que su rendimiento decaiga.
“De ser necesario, cuando la persona no logra mejorar su sensación de malestar, recurrir a ayuda médica y terapéutica es una excelente opción para manejar asertivamente sus emociones y conducta”, concluye la Lic. Alejandra Nuti.